Dondequiera que Mason Greenwood terminara este verano después de una salida tan compleja como prolongada del Manchester United, siempre iba a provocar controversia. Pero resulta que ha fichado con un club con algunos de los seguidores más apasionados de toda Europa: el Olympique de Marsella.
Para poner este traspaso ya excepcional en contexto, Marsella no es como el resto de Francia. La ciudad más antigua del país galo es orgullosamente multicultural, firmemente liberal e inquebrantablemente progresista, tal como lo reflejan los resultados de las últimas elecciones: en el mar de departamentos del sur del país donde la extrema derecha ganó por amplio margen, Marsella es una isla donde la sorpresiva victoria de la izquierda despertó grandes celebraciones en las calles.
Pero aunque es hogar de personas de múltiples razas, credos y costumbres, la religión principal es una sola: el OM. El escudo del club es literalmente omnipresente: grafitado en cada pared, lucido con orgullo en camisetas y tatuado en pechos y extremidades. Tanto en Francia como en el extranjero, el Olympique es ampliamente percibido como el equipo con más apoyo en la Ligue 1 a pesar de las riquezas del Paris Saint-Germain, mientras que la base de aficionados tiene una conexión profunda y devota con el equipo y sus valores, que abarcan los de la ciudad en su totalidad.
Sin embargo, cada religión tiene sus diferentes facciones, y tanto el club como la ciudad tienen una inclinación por el caos. No es de extrañar, entonces, que el traspaso de Greenwood haya creado tanta controversia. Después de haber estado privado de éxito tangible durante más de una década, un acuerdo de 27 millones de libras (35 millones de dólares) por un jugador de su calibre -alguien que normalmente estaría fuera del alcance de un equipo con las finanzas relativamente modestas del Marsella- se considera una oportunidad deportiva demasiado buena para dejarla pasar.
Claro que Greenwood trae detrás suyo un bagaje pesado: el delantero del Manchester United enfrentó cargos por "intento de violación, comportamiento coercitivo y controlador, y agresión causando daño corporal real". Y aunque las acusaciones fueron desestimadas en febrero del año pasado luego de que testigos clave se retirasen de la causa, las imputaciones ciertamente no han sido olvidadas. Los derechos de las mujeres son defendidos con fuerza en Marsella, por lo que existe una discordia significativa en torno a la llegada del inglés al club de la ciudad.