“Después de 20 años, he decidido poner punto final a mi carrera futbolística”. Así, con esa frase que pronunció en la BBC, y luego de un último paso por Phoenix Rising, de Estados Unidos, Didier Drogba anunció de manera oficial su retiro de los campos de juego, hace ya casi un año. Con su adiós, no sólo dejó la profesión un reconocido futbolista que brilló en el Chelsea (164 goles, 381 partidos, ganando cuatro Premier League y la Champions League 2012) y en la Selección de Costa de Marfil, sino que se fue también el último revolucionario del fútbol. O eso parece...
Los jugadores que se han retirado en 2018
No se trata de vestir a seres humanos con definiciones elocuentes, pero la realidad sirve para sostener un argumento. El ahora exdelantero utilizó los flashes que regala la fama para ir más allá de la comodidad y los lujos. Su gran hito, entre otras destacadas acciones políticas y sociales, fue ser uno de los protagonistas importantes para detener la guerra civil que se desarrolló en su país, un acto casi sin precedentes en la historia moderna de este deporte.
¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? En octubre de 2005, tras derrotar a Sudán por 3 a 1, Costa de Marfil se clasificó por primera vez a un Mundial, despertando una enorme alegría en los ciudadanos y ciudadanas. Ese día, la televisión nacional del país ganador ingresó al vestuario. Drogba, máxima figura del equipo, tomó el micrófono rodeado de sus compañeros, miró fijo a la cámara y se arrodilló para inmortalizar un discurso de paz que sensibilizó las pieles más duras: “Ciudadanos de Costa de Marfil, del norte, sur, este y oeste, os pedimos de rodillas que os perdonéis los unos a los otros. Un gran país como el nuestro no puede rendirse al caos. Dejad vuestras armas y organizad unas elecciones libres”.
Hacía tres años que este rincón de África estaba padeciendo una guerra civil que terminaría dejando alrededor de cuatro mil muertos. El territorio estaba dividido en dos: el norte, dominado por los rebeldes; el sur, por el gobierno. La súplica de Drogba, lejos de ser un acto vulgar, fue el puntapié inicial para la unión. Un empujón hacia el fin de una tragedia.
Ahora bien: su función no terminó aquel día. En 2006, fue elegido el mejor futbolista africano del año y decidió exhibir su trofeo en Bouaké, una de las ciudades ocupadas por los rebeldes opositores al gobierno. ¿Riesgoso? Sí, claro. Allí estaba el cuartel general y allí, otra vez, Drogba pidió por la unión del país.
En 2007, volvió a insistir y logró que la Selección juegue un partido en la misma ciudad (victoria ante Madagascar por 5 a 0). Se vivió una jornada histórica: ministros del gobierno –fuertemente escoltados- y los líderes rebeldes cantaron juntos el himno de la nación. “Ver a los dos bandos juntos, cantar al unísono el himno de mi país, fue muy especial. Sentí que Costa de Marfil volvía a nacer”, declaró el hombre que actuó también en el Olympique de Marsella y el Galatasaray, entre otros clubes.
En aquella jornada, un diario local tituló “Cinco goles para borrar cinco años de guerra”. Él lo había logrado…