Carlos Borrello Seleccion argentina femenina 2019

Quién es Carlos Borrello, el entrenador de la Selección argentina femenina

Hay un denominador común que une las únicas tres presentaciones de la Selección argentina en el Mundial femenino y tiene nombre y apellido: Carlos Borrello, el hombre que ya dirigió a la Albiceleste en Estados Unidos 2003 y China 2007 y que en Francia 2019 irá en busca de dar el salto que confirme de manera definitiva la reinserción del combinado nacional en la competencia de primer nivel internacional.

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A los 63 años, el entrenador afronta su segundo ciclo al frente del seleccionado, al que regresó a mediados de 2017 luego de una extensa primera etapa que se extendió por nueve años, entre 2003 y 2012. Hasta aquí, todos los grandes resultados de la historia del seleccionado de mujeres (desde que entró bajo la órbita de AFA, a fines de la década de 1980) están relacionados con el actual DT: además de haber logrado las tres clasificaciones mundialistas, Borrello dirigió al equipo que ganó la única Copa América Femenina, en 2006, y logró la clasificación por primera (y, por ahora, única) vez a los Juegos Olímpicos, en Beijing 2008.

Por este palmarés fue que la dirigencia lo eligió para refundar por completo la Selección, luego de la etapa más oscura de su historia. Después de la salida del DT, que se fue a dirigir a UAI Urquiza (donde se consagró campeón de Primera en 2014 y 2016), Luis Nicosia asumió en su reemplazo hasta 2014 y luego llegó el turno de Julio Olarticoechea, quien estuvo al frente del equipo hasta los Panamericanos 2015: tras la flojísima actuación de la Albiceleste, que terminó con el peor récord del certamen, el Vasco dejó su cargo y una AFA en plena crisis dirigencial no le designó reemplazante. Así, llegarían dos años sin que Argentina tuviera un equipo femenino que la representara: después de haber estado entre los mejores 30 del mundo, el combinado nacional desapareció -literalmente- hasta del Ranking FIFA.

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Borrello volvió a asumir a mediados de 2017 y debutó el 30 de agosto de aquel año, en un amistoso contra Uruguay en Montevideo que puso fin a un período de 774 días sin que la Selección disputara un partido. Seis meses después, en abril, llegaría la Copa América de Chile, en la que el equipo conseguiría su pasaje para disputar el repechaje por una plaza en el Mundial (que finalmente se le ganó a Panamá) y que les serviría a las jugadoras para alzar su voz y poner de manifiesto las pésimas condiciones en las que debían prepararse: sin botines, sin los $150 que les habían prometido de viáticos y sin apoyo de nadie más que del cuerpo técnico.

Con el conflicto en primer plano, Borrello finalmente empezó a conseguir respuestas desde la dirigencia para poder llevar a cabo el plan de trabajo que se había propuesto: prácticas regulares, partidos amistosos con equipos de primer nivel para recuperar el roce perdido y, a largo plazo, la instalación de centros de entrenamiento y desarrollo en distintos puntos del país. El DT, además, se hizo cargo también de los seleccionados Sub-20 y Sub-17 para empezar a trabajar en el futuro. "Hay que sentar las bases, porque eso te va a llevar a nutrir siempre la Selección mayor. Hay que armar una Sub-15 también. Hasta el momento estoy más en organizador que en técnico", explicó el entrenador apenas asumió. Y por ese camino va.

Desde lo futbolístico, el DT se siente cómodo con un sistema 4-2-3-1, con una centrodelantera bien definida como es la goleadora Soledad Jaimes, Estefanía Banini como organizadora y mucha dinámica por las bandas. Respecto al Mundial, el objetivo es claro, según le dijo Borrello esta semana al diario La Nación: "Hay una sed tan grande de revancha, de explotar, de decir "acá estamos nosotras", que uno se ilusiona. Y es una fibra que uno toca. ¿Qué otra gran oportunidad vamos a esperar?".

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