OPINIÓN
Arturo Vidal se venía buscando esta opción. Protagonizar le viene de lujo, acompañar no le acomoda pero allí tiene que exprimir sus mejores cualidades. Inzaghi le ofreció 35 minutos por Barella en el Arechi y entendió por completo el mensaje: debía ser el soporte del medio, que se repartió con Marcelo Brozovic, y desde esa posición fortalecer el ataque, que en la inventiva de Hakan Calhanoglu se encargó de mantener siempre en alerta a Salernitana. Cumplió y a cabalidad.
Hace rato que el King está por detrás del turco en la consideración, pero el cuerpo técnico le está comenzando a ofrecer nuevas dimensiones a su juego: lo invitan a proteger a los stoppers, hablarse con Handanovic, permitir que el enganche se suelte, confiar en su enorme pasada.
Ante el colista el chileno metió 30 pases correctos (88%) y en sus dos trepadas el Inter cambió 3-0 por 5-0, puesto que filtró el balón del tanto de Lautaro y se la servía al argentino que por una barrida de Gagliolo no festejó doblete y el grito quedó en la garganta de Gagliardini. Y de todo el mundo nerazzurri que en la misma jornada disfrutó del mejor Alexis y de un Arturo imposible de maniatar.