Riccardo Calafiori tenía 16 años y acababa de firmar su primer contrato profesional con Roma, pero sus oídos escuchaban que su carrera podría haber terminado antes de empezar. En el minuto 82 de un partido de la UEFA Youth League contra Viktoria Plzen, al central le quedó la rodilla derecha tan hinchada que tomó tres veces el tamaño de la izquierda después de ser víctima de una impactante entrada de Vaclav Svoboda.
Algunos de los especialistas que evaluaron el daño no podían creer lo que veían: todos los ligamentos se habían roto, junto con su menisco y cápsula articular. "Algo así usualmente solo sucede en el motocross, no en el fútbol", dijo un médico al Corriere dello Sport. "Es una lesión que solo ocurre una vez cada 10 años", graficó.
Cuando mira hacia atrás, Calafiori dice que probablemente tuvo suerte de que esto sucediera cuando aún era tan joven, porque no comprendió completamente la gravedad de la situación. Pero eso no hace que su reacción ante un revés tan grande sea menos destacable.
"Ha llegado el momento de sacar todo lo que tengo dentro", escribió en Instagram apenas un día después de que todo su mundo se pusiera patas hacia arriba. "Esta vez, no hay partido decisivo, no hay final que ganar... Está la batalla más importante de mi vida por delante, y ciertamente no puedo echarme atrás. Ha llegado el momento de dejar de lado al niño pequeño que he sido hasta ahora, y convertirme en un HOMBRE", resumió.