Lionel Messi está jugando el Mundial Qatar 2022 a media máquina. Se nota en casi todos los aspectos del juego. En la pelota parada, donde le cuesta tirar centros filosos o remates al arco bien potentes para que se meten sobre el ángulo. En el juego sin balón, con poca movilidad para desmarcarse, con poco resto para hacer ese esfuerzo que le permita recibir con poca gente alrededor. En el punch con la pelota en los pies, sin esa chispa para sacarse alguno de encima o para meterse en el área con paredes. No lo hace porque no lo quiere. Es evidente a esta altura que el físico no lo está ayudando, justo en el torneo que más esperaba, justo en la competencia que más quiere.
Pero Lionel Messi es Lionel Messi. Y, a veces, necesita una pequeña grieta para hacer la diferencia. Un espacio. Un hueco. Una intuición. Así llegó el gol de la Selección argentina ante México, en un partido vibrante pero lleno de angustia y ansiedad, en el estadio Lusail.
Tiene muy poco juego la Selección argentina de Lionel Scaloni. Hay una desconexión permanente: cuesta acumular pases pero mucho más generar asociaciones que permitan al equipo lograr profundidad. En ese contexto, a Messi le está costando de todo un poco. Por momentos busca meterse entre los centrales y buscar ser de rebote a los que llegan de frente. Por otros, va de doble 5, con el campo de frente, pretende distribuir. Pero tiene pocos movimientos alrededor.
Hasta que encontró el espacio. Messi metió un bombazo espectacular de zurda que en la cancha hasta pareció algo lento, pero demasiado esquinado para Memo Ochoa. ¿La magia? El control. Se la acomodó perfecta para encontrar esa grieta, ese filtro de alegría.
El festejo de gol fue una catarata de emociones. Corrió, sacudió los brazos, se abrazó y, al final, le pidió a la gente que no parara de cantar.
No se sabe si le alcanzará con esto. Lo cierto es que, pese al gol, su rendimiento hace ruido, aunque es verdad que después del gol se lo sintió mucho más suelto, incluso haciendo un esfuerzo extra para resaltar.
Por ahora es una pequeña grieta. Por ahora es una pequeña alegría, a la espera de lo que pase en el partido ante Polonia. Por ahora es otro festejo de gol en Mundiales. Pero Messi volvió a ser él. Y no puede haber nada más importante que eso.