Gian Piero Gasperini Bologna AtalantaGetty

¿Quién es Gian Piero Gasperini, el entrenador que quiere darle al Atalanta su primer título europeo?

La pequeña ciudad de Bérgamo vive un sueño del que no quiere despertar, con la histórica clasificación de Atalanta para la final de la Europa League 2023-24, la primera definición internacional de su historia. Y el responsable de esta ilusión tiene nombre y apellido: Gian Piero Gasperini, el estratega que rompe con la antigua tradición italiana del Catenaccio.

A sus 66 años, de los cuales los últimos ocho los pasó al frente del equipo bergamasco, no hay duda que vive en el 'otro' Neroazzurro el mejor momento de su extensa trayectoria. Nacido el 26 de enero de 1958, su historia cuenta con una particularidad: realizó todas las categorías juveniles en Juventus, pero nunca pudo debutar en la Serie A con esa camiseta. Y al momento de comenzar su carrera como entrenador, volvió a Turín para trabajar durante nueve años en distintos niveles de las categorías formativas de la Vecchia Signora, desde infantiles hasta el equipo Primavera, sin haber tenido nunca la oportunidad de saltar al primer equipo. 

Gian Piero Gasperini - PalermoGetty Images

Por eso, en 2003 decidió tomar las riendas de Crotone en la Serie C y en su primer año logró el ascenso. Tras dos temporadas más que sirvieron para dejar al equipo estabilizado en el segundo escalón del fútbol italiano, a mediados de 2006 pasó a un Genoa que también estaba en Segunda. Y en esa Serie B, en una temporada 2006-07 en la que compartió con gigantes como Juventus (que había descendido administrativamente como castigo por el Calciopoli) y Napoli (que estaba en su camino de regreso tras la quiebra y posterior refundación de 2004), alcanzó el tercer puesto con 10 puntos de ventaja sobre el cuarto y subió a la Serie A, en la que finalizó en un cómodo 10° puesto el primer año y, ya en el segundo, obtuvo un histórico quinto puesto con Diego Milito como goleador y Thiago Motta como figura. Por aquellos años, Gasperini ya sorprendía a todos por aplicar el esquema de 3-4-3, que generó elogios hasta de José Mourinho, quien admitió que fue el rival que más lo complicó en su carrera por sus permanentes movimientos de piezas durante el mismo partido.

En la temporada siguiente, la 2009-10, el equipo disputaría la primera edición de la Europa League, pero ya no contaba con sus dos principales estrellas (Milito y Motta se habían ido a un Inter que esa temporada ganaría el Triplete) y todo se hizo cuesta arriba: fue eliminado en fase de grupos de la competencia continental, cayó en la primera ronda de la Copa Italia y finalizó 9° en la liga. Así, tras iniciar la temporada 2010-11 con apenas 11 puntos en las primeras diez jornadas, renunció a comienzos de noviembre.

Unos meses después llegaría su gran oportunidad, pero en el momento menos oportuno: Massimo Moratti lo anunciaba para dirigir al Inter, pero aquel equipo no era el que apenas 365 días antes había conquistado Europa de la mano de Mou y el saldo fue tétrico: echado después de cinco partidos en los cuales sumó cuatro derrotas y apenas un empate. La estancia en Palermo, donde llegó en septiembre de 2012 tras un año sin entrenar, tampoco fue demasiado feliz y se extendió por cuatro meses. La magia parecía esfumarse.

El comienzo de la redención fue en el Genoa, donde regresó en los primeros meses de la temporada 2013-14 primero para mantener la categoría y, a la siguiente campaña, devolverlo a zona de copas europeas. Su última temporada en el Luigi Ferraris volvió a incluir problemas con el descenso, pero logró mantenerse con varias fechas de antelación y, terminado el certamen, decidió decir adiós y embarcarse en la historia que cambiaría todo.

Gian Piero Gasperini Genoa Inter Serie AGetty Images

"Un maestro del Calcio" llegaba al Atalanta de cara a la temporada 2016-17 para acomodar a un equipo que llevaba cinco años consecutivos en la Serie A sin descender pero tampoco pasar del puesto 11. La paciencia para desarrollar su idea fue fundamental y nadie se preocupó por las primeras derrotas. La explotación de las juveniles del club para reemplazar los fichajes innecesarios, la mentalidad de ataque permanente y la confianza en sus jugadores lo llevó a un histórico cuarto puesto y la clasificación a la Europa League. Lo que vino después es historia más reciente y conocida: desplazó a equipos históricos y consiguió en tres años consecutivos (2018-19, 2019-20 y 2020-21) el tercer puesto en la Serie A y en 2019-20 también llegó hasta los cuartos de final de la Champions League.

Sin embargo, tal como le había ocurrido en su primer ciclo en Genoa, en el año de la pandemia Gasp perdería a las dos principales figura de su equipo, aunque esta vez por razones bien diferentes: el goleador Josip Ilicic empezó a lidiar con problemas de salud mental durante los meses donde la actividad estuvo paralizada por el coronavirus y pasó de ser un inamovible a aparecer esporádicamente en el equipo, nunca en su máximo nivel; mientras que el Papu Gómez, quien era prácticamente la extensión del entrenador dentro del campo de juego, lo desobedeció abiertamente en un partido contra el Ajax por la Liga de Campeones en diciembre de ese 2020 y el conflicto derivado terminó con el argentino rumbo hacia Sevilla en el mercado invernal.

Europa también había tomado nota del nivel de los jugadores del Atalanta y en el final de la temporada 2020-21 se produjo el éxodo de otras piezas clave: el portero Pierluigi Gollini pasó al Tottenham junto al líder de la defensa, Cristian Romero y el carrilero alemán Robin Gosens se fue al Inter a mitad de temporada.

El Atalanta sintió las bajas en el primer momento: en 2021-22, fue eliminado en fase de grupos de la Champions League y, aunque llegó hasta los cuartos de final de la Europa League para ser eliminado por el RB Lepizig, finalizó octavo en la Serie A y se quedó afuera de las competiciones continentales por primera vez luego de cinco años.

El club no dejó de confiar en Gasperini, quien inició el camino de la reconstrucción con una plantilla de muchos jóvenes y en 2022-23 logró finalizar en el quinto lugar y clasificarse para la Europa League que ahora lo tiene a las puertas del que sería el segundo título en la historia del club y el primero en 71 años, tras la conquista de la Copa Italia en 1962-63.

Las estadísticas pueden ser solamente números pero también explican los hechos: durante la última campaña, Atalanta convirtió más de 100 goles en todas las competiciones en las tres temporadas donde fue tercero en la Serie A, mientras que en la actual lleva 98. Y nada sería posible sin el poder de convencimiento de 'Gasperson'. En el país que inventó el sistema del líbero y stopper, con la mentalidad de resguardar el arco propio que pensaron Nereo Rocco y Helenio Herrera, Gasperini decidió invertirlo para que el '2' sea el primer jugador de ataque, al mostrarse como salida permanente para encabezar los avances que terminan en el centrodelantero, sea Duvan Zapata, Ilicic o Hojlund en el pasado y, actualmente, Scamacca. Y a la hora de defender, la transición es imprescindible para que justamente los delanteros sean los primeros que intenten recuperar rápidamente la pelota muy lejos del arquero. 

Gasperini - AtalantaGetty

"La formación no importa, sino con cuántos hombres atacas y defiendes", es uno de los lemas del entrenador, pero ninguno tan contundente como la metáfora de la manada de lobos: "Los de adelante son los que marcan el ritmo, los de atrás los más fuertes, pero todos están pendientes de todos. Y el último (en referencia al líbero), es el que debe asegurarse que nadie quede atrás". Y, para pintarlo de cuerpo entero, el sincero "nosotros nunca perdemos: ganamos o aprendemos".

Gasperini sueña a la par de Atalanta, el equipo que se olvidó de su histórica intermitencia entre descensos y ascensos no solo para estabilizarse en el Calcio sino para estar listo para dar el gran golpe europeo.

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